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El valor de la prudencia

prudenciaPor Silvia del Valle
@TipsMama5Hijos

El valor de la prudencia, es el que nos permite saber cuándo es momento de algo, cuando es momento de actuar, de hablar, de caminar o de parar.
Una persona prudente, es la que cuida sus palabras y acciones para no hacer algo mal, es la que tiene en cuenta que todo tiene su instante para producirse.
Y es muy importante que nuestros hijos adquieran este valor por eso aquí les dejo 5 tips para lograrlo.

PRIMERO. PLATICA CON TUS HIJOS
Es importante estar siempre en comunicación con ellos porque es la forma de saber lo que piensan y lo que sienten y así podremos ayudarlos.
A veces nuestros hijos son imprudentes porque no saben lo que sienten y se comportan de forma irracional, si nosotros los ayudamos a identificar sus sentimientos entonces nos dirán con claridad lo que pasa y podrán actuar con prudencia en cada situación.
Debemos estar conscientes de que es un proceso y de que el dialogo debe ser constante.
No importa que debamos trabajar todo el día, con 10 minutos de charla con nuestros hijos al día son suficientes para conocerlos y guiarlos.

SEGUNDO. NO LES DES TODO LO QUE TE PIDEN.
Como padres queremos que nuestros hijos estén bien y tengan todo lo que necesitan y que no pasen por las estrecheces que nosotros experimentamos, por eso queremos darles todo lo que nos piden sin pensar si en verdad les hace falta o si les hace un bien tenerlo.
Debemos enseñarlos a que las cosas se tienen que ganar ya sea trabajando o cumpliendo con sus obligaciones.
Pero ¿Los niños pueden trabajar? ¡Claro! pueden hacer algunos deberes en casa extras y nosotros podemos pagarles una cantidad adecuada por ellos, por ejemplo, si lavan los carros podemos darles lo que nos gastaríamos si llevamos el coche a algún lugar. O si nos arreglan el jardín podríamos darles lo que nos cobra el jardinero por cortar el pasto, etc.
También podemos hacer que ganen puntos en lugar de dinero y así, en cuanto lleguen a determinado número de puntos, tendrán lo que quieren.
Lo importante es acostumbrar a nuestros hijo a esforzarse por lo que quieren en lugar de pedir todo y esperar a que les legue.

TERCERO. QUE APRENDAN A TOMAR TURNOS
Este punto es básico ya que sin no saben esperar arrebatarán todo y esto generará prepotencia y corrupción en sus acciones futuras.
Los juegos de mesa son excelentes para lograr este fin ya que en su dinámica llevan el tener que esperar. Siempre debemos estar pendientes de lo que hacen y lo logramos estando presentes.
Debemos recordar que todo esto es un proceso y que aprender a esperar su turno cuesta mucho trabajo por lo que podemos irlos ayudando con palabras de aliento y explicándoles que así son las reglas del juego.
Para nosotros como papás está prohibido enojarnos porque no nos entienden nuestros hijos o porque aún hacen berrinche ya que de otra forma lejos de ayudar les hacemos mucho daño.

CUARTO. LAS PALABRAS MÁGICAS
Por favor y gracias, que no se nos olviden. Debemos enseñarles que con ellas podemos lograr todo lo que quieren, siempre y cuando no sea algo que les haga daño o que vaya contra su integridad.
Una persona prudente sabe usarlas para su beneficio. Ayudemos a nuestros hijos pequeños a aprenderlas y si es necesario recordarles de vez en cuando, no hay problema.
Con nuestros hijos más grandes también está bien si de repente debemos recordarles su uso. ¡Nunca es muy tarde para esto!

Y QUINTO. SEAMOS NOSOTROS TAMBIÉN PRUDENTES
La mejor forma de educar es con el ejemplo. No podemos pedirles nuestros hijos que sea prudentes si nosotros actuamos imprudentemente.
Debemos estar concientes de que una actitud educa más que mil palabras y que nuestros hijos nos observan en todo momento, por eso debemos ser coherentes con lo que decimos y lo que hacemos.
Para tener hijos prudentes debemos ser padre prudentes y si cometemos errores debemos reconocerlos enfrente de nuestros hijos y ofrecer disculpas, con esto les estamos enseñando a que todos nos equivocamos y que es prudente ofrecer disculpas y corregir.

La imprudencia, es lo que lleva a muchas personas a herir a otras, a tomar decisiones apresuradas, a pasar por encima del tiempo que cada cosa necesita para su óptima fluidez.