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A la deriva la política del agua

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Columna Geopolítica del 17 de Octubre de 2018

Jorge Miguel Ramírez Pérez.

Dicen que una de las equivocaciones más frecuentes cuando se determinan las prioridades del gobierno, es que el orden que se elige siempre toma como primer lugar el camino de lo que conviene a la persona o grupo de poder, en segundo lugar los esfuerzos se dirigen a lo urgente, donde hay más presión, y por último, al final si hay tiempo y recursos, se le da turno a lo importante.

Y de esa manera se genera confusión porque los criterios de la cosa pública se convierten para comenzar en asuntos subjetivos, en tanto que se busca el beneficio de una camarilla. Y esa mala política es la que viene a chocar con la racionalidad elemental que se supone es inherente a un sistema de gobierno.

Y claro que el agua después del aire que respiramos es un asunto de alta prioridad, sólo que de manera inexplicable tradicionalmente ha sido dejado de lado, de tal suerte que si usted analiza incluso superficialmente los problemas de la gestión del agua, no ocupan el lugar que debieran, no sólo en la agenda política, sino que esa tendencia se refleja en los medios que dan por hecho al igual que millones de habitantes del país, que el agua “allí está y no se va a ir”.

En la pasada elección ningún candidato que yo recuerde hizo un planteamiento integral de la problemática del agua, incluso ni siquiera de el tema hidroagrícola en específico, tan crucial en materia alimentaria como en el tema de las exportaciones de esos productos.

Aunque la gestión del agua y su política no se consideren temas importantes, el hecho cotidiano es que el agua escasea y su administración siempre se le ubica en problemas administrativos y financieros de parte de los municipios cuando se trata del agua de uso urbano y, también, cuando las catástrofes se presentan y nos recuerdan que están pendientes asuntos importantes que se tienen en el sótano del interés de la política.

Pero no cabe duda que las exageraciones de abandono del tema esencial del agua en este gobierno que termina, alcanzaron el mayor desinterés y una notable disminución en la inversión de la infraestructura tan necesaria para no rezagarse peligrosamente en algo que es sencillamente vital.

Una revisión a la CONAGUA como la responsable de toda la gama de operaciones desde la planeación, innovación, la determinación jurídica y su administración eficaz, etc., ni siquiera queriendo profundizar, asoma desorden y confusión en los objetivos y en la forma de operar institucionalmente los instrumentos que la ley provee, porque muchos son letra muerta dado que su utilización es limitada. Me refiero, por ejemplo, a los Consejos de Cuenca que deben ser las estructuras de participación de usuarios y también de participación de ciudadanos y académicos para definir el rumbo de las buenas políticas del agua tan necesarias como urgentes.

Porque en el agua a diferencia de otros temas lo importante se acerca mucho con lo urgente. Y eso abre oportunidades no sólo para organizar a la sociedad en torno a este recurso, sino que, a partir del mismo, se pueda incursionar en una política ambientalista integrada e interrelacionada; no como está ahora, de manera aislada y sin formas vinculantes a las demás esferas sociales.

Hay mucho qué hacer en el agua, desde revisar las presas y la relación con la CFE hasta su mantenimiento; desde orientar el recurso a una nueva tecnificación de riego, como a la ampliación territorial de nuevos distritos que deben surgir de unidades de riego sin los lastres del interés electoral y manipulatorio. Desde la educación en su cuidado como en las formas de su limpieza y embalsamiento.

En definitiva, lo que se puede hacer es mucho y también novedoso. Es algo que en verdad puede estructurar una política de responsabilidad compartida del gobierno con la sociedad. Una política de bien-bien.

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Slim se apodera hábilmente del Aeropuerto

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Columna Geopolítica del 10 de octubre de 2018

Jorge Miguel Ramírez Pérez.

No cabe duda de que quien tiene todas las fichas del dominó gana. La mayoría planea linealmente y las secuencias son lentas porque un requisito o escollo puede detener todo el proceso, y la estrategia, así planteada, depende de otros, error grave porque como asentaba Nicolás Maquiavelo hay que evitar depender de voluntades ajenas. Otros con mas experiencia en navegar aguas procelosas hacen planeación heurística, lo que los griegos identificaban como no convencional, mediante la creatividad y el pensamiento lateral para innovar y ganar terreno en el método.

Los empresarios que le entraron al NAICM no son novatos y por principio de cuentas lograron que Peña gastara 100 mil millones en ellos, un dineral que con mucho se destinó a movimiento de tierras, obras con el componente de menor tecnología de lo que sigue.

Lo demás ha corrido con el entusiasmo de un buen técnico que es Jiménez Espriú, que tal vez está poco familiarizado en las componendas del tipo de las que se han gastado en este sexenio, que ratifica la conseja popular de que las pérdidas las absorbe el fisco y las utilidades los empresarios, consigna que no nada más se aplica a México, sino que en nuestro país las hacen más notorias.

En ese tinglado, el ingeniero Riobóo, un empresario de la construcción muy conocido en la capital principalmente, cuyo historial es menos drástico que otros constructores, se podría decir que pasa el examen por no destacarse particularmente como abusivo; fue el que analizó costos e hizo el intento de que la obra se suspendiera para hacer otra, que tal vez fuera Santa Lucía, porque al final siempre salen que hay algo que descalifican a los sitios y esos son los argumentos de los intereses, que invocan hasta el derretimiento de los polos, con tal de definir el lugar que da las ganancias.

Y entonces siguió el maremoto de especulaciones hasta llegar a la consulta que López Obrador dio como salida. A propósito, me imagino, de iniciar si resulta, por medio de esta vía, a soluciones de gobierno, en particular de obra pública con la anuencia simbólica de la gente. Al menos para que se diga que pelaron a la gente, que como dije, en el papel de contribuyentes, no todos son los que van a pagar las rectificaciones y los fracasos.

Tirar el abuso que es todo el NAICM y el daño ecológico que causa adicionalmente, es molestamente inevitable. El esquema de financiamiento ya afectó al gobierno. Cancelar ese mecanismo o el proyecto sale más caro el caldo que las albóndigas, porque todos los afectados en sus intereses se irían a las cortes hasta internacionales y ese camino ni siquiera debe mencionarse, porque los que armaron todo el rollo les estregaron a los beneficiaros todo, lo que se llama todo. Lógico, están en la polla.

Por eso Carlos Urzúa, a quien le toca el papel de próximo villano al frente de Hacienda y dentro de la ortodoxia de esa Secretaría, había previsto 80 mil millones para el Aeropuerto, me imagino que en el borrador del presupuesto, cuando le llegó el parón lógico de López Obrador que entendido que es un billetote que no tiene retorno en el corto plazo, ya sentenció: si quieren seguirle será con su dinero. Porque no hay de otra. Estuvo bien, sólo que...

Un pequeño detalle: lo invertido tendrán que registrarlo como sociedad de los inminentes concesionarios, que por la vía de los hechos consumados se quedan con el aeropuerto; encabezando el magnate mexicano Carlos Slim, que además es el que maneja a los ingenieros del país que lo reconocen realmente como un profesionista de excepción.

Así que si revisa usted en su mente todo el asunto, se va a dar cuenta de que Slim estuvo en las vanguardias del apoyo al NAICM como en las de su crítica, sin perder una sola jugada para que la obra más importante de la Ciudad de México se quede en sus manos.

Y nadie puede decir mucho en contra por la forma como se va a hacer, sin reglas claras y sin soporte jurídico preciso. Pero el gobierno de Peña, el de mañana y los empresarios no tienen para donde hacerse.

O la beben o la derraman.

Porque lo único que resta es derrumbar el daño ambiental, pero ése es un hecho incontrovertible porque se hizo en todo el vaso de Texcoco, los que autorizaron absurdamente su desecación hace muchas décadas, los fraccionadores originales, los que saturaron la zona con la anuencia de los gobernadores mexiquenses desde Hank González y los que construyeron allí el aeropuerto que opera. Así que aunque tiene razón José Luis Luege y los expertos que se oponen, es hablar de otra inversión mayor que no tiene utilidades y por eso, siguiendo la tradición de posponer lo importante, se va a la cola...

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La imposible tarea de romanos: anular las delegaciones ¿y la CONAGO, apá?

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Columna Geopolítica del 29 de agosto de 2018

Jorge Miguel Ramírez Pérez.

Algunas propuestas, cuando se inicia un gobierno, parecen buenas y también dan la impresión, cuando han sido planteadas superficialmente, que ayudan a controlar los males y vicios de la administración pública, en este caso de la administración pública federal.

La propuesta a la que me refiero es la que traté la misma semana desde que triunfó la opción de Morena: la de eliminar delegaciones federales y, a través de una persona de confianza, manejar los recursos públicos que se dicen federales en cada una de las entidades.

Hoy ya se ha avanzado en lo fácil, en las designaciones. Se han nombrado provisionalmente -porque no hay ley o reglamento que lo avale todavía y tampoco Obrador ha tomado posesión- a las 32 personas de confianza y al jefe de ellos, que estará en Palacio Nacional.

Pero el problema es uno mayor, que con lo que se ha expresado no se va a resolver. Para simplificar, se puede ver mejor en dos enfoques: uno que resulta en un nuevo diseño institucional integral, que no se tiene, y, otro, que es un problema más complicado todavía, que es darle operatividad legítima a una forma centralizadora para manejar el gasto público. El asunto es tarea de romanos.

Y López Obrador dice que no quiere perder el tiempo y busca apoyarse en esta etapa de trasmisión para preparar lo necesario para “que no se pierda el impulso”, en otras palabras si no se muestran resultados tangibles de lo que manejó como promesas durante la campaña, la magia se pierde.

Pero en el caso que nos ocupa, los que aconsejaron esa novedad para controlar electoralmente y con un criterio político el dinero que se destina de manera directa a las entidades, hicieron omisiones de fondo que son el contexto cualitativo, que hacen más complejo lo que se ofertó como una panacea a la mano.

Porque nadie se percató de que la doctrina sobre la cual descansa el andamiaje jurídico en México es el derecho positivo, y para tal efecto los cambios son impresionantemente exhaustivos, porque todo está plasmado incluso en la Constitución del país.

Hacer los cambios legales al vapor es un decir, porque no se puede rápido, ni hay atajos. Incluso en el supuesto de que se lograra un mecanismo inexistente, los errores van a multiplicarse, complicando las cosas más sencillas; no digamos las de suyo complicadas, que son muchas y que darían lugar a la ilegalidad y que los afectados buscaran el mecanismo de ampararse para no acatar a la autoridad. Con todo y la “democracia participativa” que pesa como amenaza a la democracia representativa.

La Ley Orgánica de la Administración Pública Federal y las diversas leyes y reglamentos quedarían fuera de la legalidad y habría que sustituirlos.

Para lo cual hay dos caminos, por la vía de las presiones y las urgencias de apoyadores y votantes, así como de los liderazgos ayunos de conocimientos técnicos; y la opción correcta, y menos riesgosa, la de lograr una bien conceptualizada idea central de diseño institucional; que no se ve de manera superficial, la tengan personas de esa filiación política para que puedan realizarla, y porque los despachos externos nacionales y extranjeros sencillamente no saben la práctica real de las operaciones desconcentradas y descentralizadas de la administración federal y sus consecuencias.

Es un asunto de una robusta teoría de los sistemas aplicados a la administración pública y a los objetivos de las estrategias del sistema político. El único teórico de la primera disciplina, la de los sistemas aplicada a la política, fue Lian Karp Sordia, ya fallecido hace décadas.

Pero habría que hacer, en la rama de los programas, lo que hizo Carlos Salinas como jefe de programación y presupuesto. El síndrome de Estocolmo en vivo. Cambiar las cláusulas de cada programa para modificarlo al espectro mayor de control y eso, eso, está en chino dicen; aparte de que es mucho trabajo no hay gente que le entienda, a menos que se quieran crear adefesios administrativos que van a encarecer hasta las nubes el servicio público, sin lograr los objetivos de colar los intereses partidistas que es lo que a todas luces se trata.

Ya los gobernadores en la CONAGO se las olieron y van a salir con el colonial precepto “acátese pero no se haga” en lo que a su parte respecta. Alfaro, de Jalisco, señaló que no quiere tratar con intermediarios. Una lucha a fondo se acerca.

Las innovaciones poco pensadas abundan. En el gobierno de Fox se hizo un intento muy menor al concentrador que quiere Obrador en alcances institucionales y jurídicos. Con un solo proyecto global del gobierno, el del servicio civil de carrera, complicaron y duplicaron funciones a la larga, y adicionalmente fue algo que era necesario siempre y cuando hubiera existido previamente una racionalización a fondo, pero como fue apresurado, fue injusto, sin calidad técnica, incompleto y ha resultado ser muy oneroso. Lejos de detener la corrupción la catapultó en los tres sexenios que han sucedido.

Eso fue una muestra de lo que la impericia y la falta de experiencia producen.

Porque se entiende que quieren echar a los delegados porque se piensa, entre otras cosas, que son o se han vuelto en lo político, incondicionales de los gobernadores. Pero el personal de esas estructuras, casi se puede decir que también se conforma con muchos técnicos y, otros, del manto protector de los sindicatos. De los primeros, los que hacen la chamba, no pueden prescindir, porque no está fácil, sin experiencia precisa, realizar las tareas abrumadoras para sacar adelante los programas.

Y, con los sindicatos, o se echa el tiro Obrador o no van hacer caso los cuadros amañados que están cobrando y se niegan a tener un compromiso de trabajo con el gobierno. Esa burocracia es anarquista en la práctica. Ya lo van a ver.

Otra, estructural fiscal. Las aportaciones federales no son fungibles y no se pueden manejar de manera arbitraria y al Coordinador de Desarrollo en cada entidad se le va a hacer bolas la operación; porque no puede sacar dinero a voluntad de los jefes, del jefe, más bien. Cada apoyo tiene reglas y se necesitan proyectos ejecutivos validados que, por lo general, los ejidatarios y la gente que los plantea no los hacen; casi siempre son los gobiernos de los estados los que financian esos proyectos. Y como que, a estas alturas, los gobernadores ninguneados no le van a poner más leña a la fogata que se prepara para quemarlos.

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¿Vas a votar por el comunismo en México?

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Columna Geopolítica del 30 de mayo del 2018

Jorge Miguel Ramírez Pérez

Porque el error es que no los llamamos como son, en vez de decirles populistas y entrar en difíciles definiciones incomprensibles, debemos llamarlos como son: comunistas que quieren el cambio total, no solo del gobierno, sino del estado y de la misma sociedad.

Porque si algo parpa como pato, camina como pato y mueve la cola como pato, es un pato.

Y si alguien quiere el poder para transformar en su totalidad el estado y la sociedad con los argumentos del comunismo, adjudicarse la justicia y el perdón con un discurso comunista, si dice ser de izquierda y sus seguidores quieren aliarse con países comunistas y va radicalizando su postura siguiendo la ruta de un odio de clases, sencillamente es un comunista, aunque hable de la inexistente república amorosa.

¿O no sabías que son tan mentirosos que niegan ser comunistas? Porque no se necesita una credencial de comunista para serlo; ni se necesita conocer a fondo la ideología de Marx y Engels, o la de Lenin o Mao Zedong; basta la verborrea sembrada de la instrucción oficial, siempre enseñando que la violencia ha sacado al país adelante, para que muchos sin querer, lo acepten.

Libros de texto y profesores sindicalizados todos los días hacen de la apología a la violencia nacional, su razón de existencia. Al grado de nadie se da cuenta que ya lleva meses anunciando López Obrador la "cuarta transformación, que ya hace falta" -dice- "porque ya pasaron más de cien años de la revolución mexicana..."es decir, el dios de Morena, en sus enigmáticas palabras sibilinas, dice que promete un baño de sangre, porque según él, ya le toca a México.

Y en realidad sus ambiciones no las entienden sus seguidores, porque ni en su mente se atreven a completar sus frases cargadas de odio, de venganza y desunión que conducen hacia una opción fratricida.

A estas alturas la mayor parte de los obradoristas creen que lo que haga su líder, así sea los más atroz, será mejor que los malos gobiernos que se han sucedido en los últimos 18 años.

Es decir aceptan junto con Obrador que la democracia no vale la pena, que es lo peor, sin decirlo como su verdad, de manera oculta, como es su estilo, excluye en su censura, como si fueran gobiernos "buenos" los anteriores a la democracia; ataca a Salinas como excepción, pero jamás a Zedillo el autor de Fobaproa, a De la Madrid, a López Portillo y menos a Luis Echeverría.

Trata Obrador de vender que en el pasado las cosas manejadas de forma autoritaria, eran mejores. De hecho mucho se ha escrito de su defensa de la economía de Echeverría: me atrevo a decir que fui de los primeros en analizar sus seudo propuestas como un plan viejo, desfasado, centralista, sin innovaciones y circunscrito a reproducir un estatismo, que a estas alturas tiene como horizonte la utopía de un comunismo harapiento.

Lo que quería Obrador en una primera instancia era crear un clima de odio, que ya lo logró; sin que ninguna autoridad política o electoral siquiera intentaran detenerlo, para mantener el orden elemental que se necesita para ejercer el voto. De ahí, de esa debilidad de Peña como presidente, se deriva que Obrador cada vez más aflore el discurso comunista y desestabilizador; es decir, el discurso rabioso de la violencia como arma amenazante o manifiesta, para crear una era de terror, como la cruel e inhumana etapa que siguió a la toma de la Bastilla y al triunfo de los exaltados jacobinos en Francia. El terror llevó a la anarquía y de ahí al retorno de los autoritarismos.

El comunismo obradorista es un comunismo disfrazado de nacionalismo, un movimiento que como dice él Mesías bananero, "va a mantener el impulso" lógicamente hacia mayores odios.

En ese sentido, ya lo declaró Obrador "desde el primero de julio se va a empezar a gobernar", lo dijo, sí, ante los televidentes y nadie ni los comentaristas ante quienes hizo esa declaración se inmutaron, a nadie le cayó el veinte de que la toma de protesta sería meses adelante y que el mismo primero de julio la gente estaría votando. Un golpe de estado anunciado o presumido.

Espero equivocarme y que esta locura no se apodere de este país, pero llevo más de cincuenta años escuchando, viendo, estudiando y analizando el potencial dañino del comunismo. Sus candorosas utopías, que son sueños de opio, y sus miserias operativas inhumanas.

Para los comunistas la vida no vale, o son sangre que fertiliza la lucha para quitarles a los que tienen, o sangre para que las condiciones de la ira popular se reproduzcan.

En unos días, si no abres los ojos, vas a votar por una dictadura que te hará retroceder en tu vida, te hará miserable y lo peor, es, que al exterminar la democracia, muy difícil casi imposible, será la escapatoria.

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