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La oposición de la que habla López Obrador

Columna del 25 de noviembre del 2019

La oposición de la que habla López Obrador

Jorge Miguel Ramírez Pérezjmramirez5

 

López Obrador el hombre de izquierda se burla de la oposición. Se diría teóricamente que se refiere a los "partidos de oposición", pero no, a ellos los desprecia con toda razón; baste ver lo que hizo el PRI acatando las consignas de Morena, al avalar a una activista que no cumplió los requisitos elementales de la ley, para presidir la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Osorio Chong siguió contra toda lógica opositora, las instrucciones de Monreal; y ratificó una inexplicable fidelidad al Morena, para ir contra México y sus leyes.

Yo tampoco creería en los partidos que todavía tienen destellos de oposición, como fue la negativa de los gobernadores del PAN a aceptar la maniobra de imponer a fanáticos, a los que ahora se usa decirles fans, en puestos neutrales, apartidistas como es el mencionado cargo de jefa en una oficina que se supone vigila al tlatoani nacional y a sus empleados; porque esas acciones son aisladas, no un indicador consistente que muestre que hay una oposición militante, porque sencillamente una golondrina no hace verano.

Yo al principio, me suponía que López Obrador se refería a algo con un criterio más sociológico: una verdadera oposición a su régimen; que incluiría: a los que no creyeron en sus discursos y no votaron; a los que votaron por otros candidatos; y a los que ahora se dicen engañados, aquéllos que se encuentran frustrados, porque votaron por él.

Incluso éstos últimos, usan la palabra romántica de desilusionados; porque votaron por algunas conclusiones idealizadas de su propia cabeza, sin leer, o escuchar bien, al ahora presidente. Hoy están arrepentidos, adelantaron conjeturas a favor de alguien que les perjudica desde ahora, y que, además lo va a seguir haciendo. "No obedezcas por anticipado" titula Timothy Snyder el capítulo uno, de su libro "Sobre la Tiranía". El poder se le puede quitar a los tiranos, porque se lo dieron los ciudadanos, no es propio. Es como el típico, que fabrica un ídolo con sus manos y la piensa para destruirlo, porque cree que tiene poder por sí mismo; cree absurdamente que lo que hizo, ese objeto inanimado, lo va dañar si le hace algo.

Pero AMLO no se refiere a opositores reales, no; sino a fantasmas chocarreros, que han deambulado por ese viejo palacio nacional. Cuando desde el salón de la Tesorería desglosa lo que él entiende por oposición, señala al "sexenio anterior" para evitar mencionar tan seguido el nombre de Peña, por cierto, el inventor totalizador de los moches; busca algún pretexto por mínimo que sea, para acusar a Calderón; y ya no tanto, pero sigue siendo recurrente en apuntar a Vicente Fox; personificados los tres, en la mente de López Obrador como los ogros de México; por supuesto mete a comunicadores en esos entretelones, y a todos les endilga el calificativo de neoliberales y ahora el de conservadores; cuando en la realidad, cuando se refiere a los exgobernantes, no son, ni uno, ni lo otro. De hecho, se

parecen mucho a él, porque tienen la misma genética política, los engendraron los mismos padrinos y las mismas ideas, si es que las izquierdas y los wanabís tienen ideas de gobierno, y no meros espejismos. ¿No andaban la Padierna y Mariana Gómez del Campo, con sus camisetas de porristas de la Hillary Clinton?

Me da risa, y a él también le da risa, pero por razones bien diferentes en este tema. Las de él, porque afirma que sus fantasmas no tienen organizada la oposición; y socarronamente dice, que hasta les daría consejos de lo mal que andan en su estrategia de atacarlo; y a mí, porque los que menciona, para empezar, no son oposición, son cartuchos quemados y él no tiene la menor idea de la realidad, a la que asoma con cinismo exultante, porque no es como la piensa, así de facilona. Está mal.

Hay mucha oposición, mucha, que no se imagina él, ni los analistas y encuestadores; por supuesto tampoco su fanaticada ensoberbecida de nada. No saben el disgusto que cada vez tenemos mas mexicanos, tanto por lo mal que se hacen las cosas, como por lo mal que nos cae, un tipo que abusa del monólogo rodeado de paleros; peor que Chávez que en las pausas, entretenía y cantaba con el mariachi, se disfrazaba de charro, consciente de ser un bufón; peor que Castro, que hablaba por horas, pero regresaba al nembutal colectivo después de semanas. Notable diferencia.

Porque López Obrador se solaza en mentir abiertamente sin recato y expresa un sadismo cruel con las víctimas directas y colaterales de sus políticas, en especial el trato despectivo a la vida humana, como si fueran los muertos una simple cifra, al estilo de Stalin o de Mao, con los caídos como los Le Barón, solo por mencionar a los más recientes, que les dio audiencia hasta los primeros días de diciembre, un mes después de la tragedia; a ver si Trump no los recibe antes; amarga también, esa reprobable actitud con los servidores de las fuerzas armadas, que los expone a la impunidad de los delincuentes. Eso es de lo que mas indigna, aparte de sus caprichos, sus generalizaciones y la frivolidad vacua para tratar lo que no le gusta.

Porque si cree López que esa oposición de los expresidentes es la oposición que hay en México, está engañado. Porque a la frase que le atribuyen a Lincoln de que: "se puede engañar a algunos todo el tiempo y se puede engañar a todos durante algún tiempo. Pero no se puede engañar a todos todo el tiempo"; faltó añadir en esta última preposición, lo obvio: "porque se demuestra que el engañador se ha autoengañado".