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Errores reales o a propósito

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Columna del 10 de diciembre del 2018

Errores reales o a propósito

Jorge Miguel Ramírez Pérez

Existen muchos mitos e ideas erróneas que en México se creen con firmeza; uno de esos mitos muy arraigado es el concerniente a suponer que cualquiera puede trabajar en el gobierno, y lo que es peor, se especula, que cualquier persona bien intencionada puede dirigir una nación, una escuela o un proyecto; que todo es cosa de voluntad, de echarle ganas y sobre todo de conseguir un padrino que habilite mágicamente a cualquiera, para hacer lo que jamás ha hecho o si lo ha hecho, aunque sea de manera esporádica y en niveles inferiores de lo que aspira a manejar, se le acredite capacidad porque la ley no excluye en general a los ciudadanos a ocupar un puesto.

El ejemplo mas sobresaliente es la presidencia de México, sus requisitos formales son pocos: de acuerdo con el artículo 82 de la Constitución se requiere: ser ciudadano mexicano por nacimiento, en pleno goce de sus derechos, hijo de padre o madre mexicanos, haber residido en el país al menos durante veinte años, y tener 35 años cumplidos al tiempo de la elección. Millones de mexicanos cumplen esos requisitos repito, formales.

Sin embargo en la práctica para ser presidente se necesita mucho más que eso: experiencia, conocimientos a fondo de la materia y, sobretodo, sentido común, es decir, congruencia, pensar y actuar de manera ordenada, responsable y lógica de lo que se espera.

Eso no ha sucedido con la frecuencia que se quisiera y me parece que en el pasado se ve que el sentido común es un bien escaso, veamos rápidamente: Díaz Ordáz debió buscar acuerdos con los fáciles puntos que planteaban los estudiantes; Echeverría engrosó la burocracia y endeudó al país para solventar el gasto corriente; López Portillo pudo ser cauteloso para pregonar a México como potencia petrolera; De la Madrid, no debió meter tantos improvisados en el gobierno; Salinas le entró a los beneficios de la privatización; por principios, Zedillo no debió obligar al pueblo a absorver una deuda privada, que significó el FOBAPROA; Fox estaba obligado a tener un proyecto democratizador de amplio espectro; Calderón debió escuchar a asesores profesionales no a sus parientes e incondicionales; Peña hubiera metido a la cárcel a los gobernadores que le afectaron fatalmente y López Obrador... necesita un plan estratégico para operarlo políticamente, no uno que le puede quitar el poder real.

Porque la propuesta de reducir los salarios a la burocracia dorada, como se le dice a los mandos superiores y a la de los llamados poderes autónomos, que no le dan cuenta a nadie, debió operarse políticamente, bajo un método de esa envergadura; como es: un injustificable daño mayor a las finanzas públicas perpretado por Fox, con el pésimo y privilegiado servicio civil de carrera y por Calderón y Peña que llenaron de improvisados y atlacomulcas las nóminas de la administración pública.... Y después, ya con los pelos de la burra, irse en contra de los ventajosos magistrados y ministros, que muchos, me consta, son de consigna.

De nada le sirvió a López Obrador haberle dado un puesto como es Gobernación, a una persona que no entiende esa función, porque actúa como activista de género, como es la señora Sánchez, que todos suponíamos habría ofrecido someter políticamente a los cuerpos privilegiados de donde pertenece. Ni siquiera supo aconsejarle.

Lo mismo otras decisones prematuras como son la de intentar despojar unilateralmente del poder a los gobernadores con los que debía tener un agarrón real, a través de un proyecto político de equilibrios, con aliados sopesados y no solo empezar a aflojar y terminar cediendo, porque la simpleza de los superdegados es un esquema débil, para imponer gobernadores morenistas. Van acabar en algo peor.

Es un rollo viejo que hizo Salinas desde De la Madrid, cuando los delegados de Programación y Presupuesto eran los súperdelegados. Eso no le dio poder, sino ventajas circusntanciales, que se revirtieron, acarreó el odio de los poderes locales y de las demás burocracias, al grado que a la hora de la elección ni los del PRI votaron por el antes innombrable, hoy imitable Salinas.

Lo de las comisiones bancarias abusivas muy mal operado, es más, están garantizadas de parte de López Obrador a ser intocables por lo menos tres años; y ¿lo del fuero, apá? quedó igual, sencillamente lo operó el verborréico de Pablo Gómez, que por años, no dejaba escuchar las clases, ni en Derecho, ni en Ciencias Políticas y por supuesto en Economía de la UNAM, diciendo tonterías a todo volúmen, hoy las hace. No sabe negociar después de tantos años de vagancia política.

Son más los errores que parecen a propósito como la cascada de beneficios a Lozoya y a los exfuncionarios que salen de prisión sin más explicación que un mar de contadicciones. Hoy mismo se anuncian beneficios para Horacio Duarte. En los hechos, lograron más con López Obrador que con Peña.

Y no me voy a referir al FOBAPROA de hoy, la deuda del NAIM, del que se van a pagar miles de millones de dólares a cambio de nada tangible; siquiera Zedilló atracó a México y se benficiaron sus amigos, entre ellos Alfonso Romo, actualmente flamante Jefe de Gabinete; pero lo de hoy es de párvulos: imaginarse que los compromisos con el sistema real del capitalismo mundial, se nulifican con discursos, seudo consultas y regalándoles dinero. No se sabe si reir o llorar.

Y se van sin ser investigados los causantes originales de las improvisaciones costosas, porque ni una palabra de una auditoría a nadie, ni a nada del NAIM. Y los beneficiarios de la obra, no solo no van a rendir cuentas, sino los convirtieron en asesores económicos, ¿quiere más hechos, mi estimado lector?

Porque ese es el esfuerzo: regalar dinero al que más tiene, a costa de las clases medias y el consumo; faltaba más; ahí está el programa de becarios, que le pusieron un nombre rimbombante de jóvenes construyendo el futuro, pero no se dice que es el futuro de las 270 empresas de la oligarquía, a quienes se destinan los benficios de sus nóminas, y no los talleres y pequeñas empresas que se prometieron, porque es mejor una lista de los empresarios ricos, que buscar talleres donde pudieran ser aprendices los que no quieren trabajar. ¿O miento?

Fines aparentemente buenos, mal operados y proyectos con alcance internacional, sin sentido común. La pregunta: ¿Hay incapacidad o es a propósito la burla histórica?