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Los difíciles días de la transición

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Columna del 12 de noviembre del 2018

Jorge Miguel Ramírez Pérez

A unos cuantos días de cancelado de facto el aeropuerto de la fantasía, el de Texcoco, cuya existencia en maqueta era un portento, pero como obra no tenía futuro financiero dado que para variar los cálculos no precisaban la voracidad de los involucrados en el negocio; tal parece que como otras tomadas de pelo, este asunto ya empieza a formar en la fila de los asuntos que pronto van a ser sepultados en los medios; y queda en la sociedad civil la exigencia a recibir de las autoridades las que sean, respuestas con datos reales. Faltaba más, el teatro de la consulta también va quedando en el olvido como quieren los organizadores.

Porque aparte de que hay interés de parte de los que se van y de los que llegan, de no rascarle más a lo que trae incomodidades y aclaraciones; los conflictos que apenas empiezan, amenazan con multiplicarse y como decía el viejo Nicolo Maquiavelo se trata de hacerse de un principado y después buscar la forma de retenerlo, porque si es difícil arribar al poder, mucho más es mantenerse en él; y todavía un mayor grado de dificultad es salirse de ese embrollo, y esto último no es de la pluma del canciller florentino, sino que lo inscribo yo, como un adendo de lo que le anda pasando a Peña Nieto, para zafarse de errores y enfoques que no se olvidan, sino que están en el colectivo de la nación para reclamarlos.

Pero no basta, una planificación que el nuevo gobierno desde las áreas de decisión haya pactado, porque hay asuntos que dejan a la caja del erario temblando y otros, expuestos tanto que el más ofensivo cinismo no puede dejar de lado.

Entre esos asuntos que huelen tan mal que marean, por supuesto hay que anotar el de la lista fake o verdadera en la que muestra las grandes empresas que gozaban o tenían autorizado no pagar impuestos, dícese que los adeudan por alguna suerte de pago menor en otro sitio, o una simulada fundación de interés "social" que serviría para ratificarle a los ciudadanos que si son contribuyentes puntuales, se merecen su acreditación como tontos, porque en la práctica al gabinete saliente y a los gobernadores, les provocaba sorna despreciar a los ciudadanos honestos.

Y en ese mismo orden de ideas está la carta-salvoconducto que el Presidente a punto de salir, le expidió a Ricardo Anaya bajo el título de carta de no-acción penal, para que el falso procurador de la República es decir, el encargado del despacho sin atribuciones legales explícitas, ya no estuviera acalambrando al candidato derrotado; porque desde que recibió ordenes superiores ese encargado del despacho, lo amenazó con una investigación de una nave industrial que dejó al queretano fuera de la competencia presidencial.

Con todo descaro se tapó un asunto que tampoco mereció explicación a los dizque ciudadanos. No se aclaró si ese delito fue inventado para dejar ganar a López Obrador y que se fuera solo con amplia ventaja, porque Meade nunca existió como candidato realmente; o aceptar la versión que le dieron facilidades a Anaya para llegar a la boleta y medir su "lealtad al sistema", pero cuando quiso volar solo, lo chantajearon con operaciones de un dinero que solo los del poder sabrían su origen; y si ese fuera el caso cierto o falso, parecería que se tramó algo sucio. Porque al fin y al cabo eso fue lo que se operó en la percepción de los votantes. El daño hecho se arregló con la entrega de la carta que pocos difundieron.

Y para cerrar con broche de cierra-cajas-de-pandora, la iniciativa de Monreal de reducir comisiones bancarias, que extrañamente era algo muy importante para los usuarios, la mayoría forzados a serlo; pasará a la historia como una maniobra ingenua, o que tal vez fue a propósito, para generar un caos en el sistema bancario mexicano, que no es "nacional" y que fue operado para su dominio extranjero de parte de Zedillo que en su momento como presidente, fue quien acordó esas regalías fuera de toda racionalidad.

Pero sin que operara alguna consulta el peso de la reacción en cadena de los dueños de México, no se hizo esperar y el líder del Morena reculó de volada.

Otro tema trivial pero muy subrayado por los que están lejos del poder, es la vida loca de los lujos, que antes de tomar posesión muchos ya se la viven. Algunos como quinceañeras de baile en baile, celebrando lo que parecería el inicio de una fiesta interminable. Lo malo es que antes eran rabiosos críticos de cualquier manifestación de gasto superfluo de sus antecesores. El motor se ve con claridad no era la injusticia, ni las desproporciones, sino la envidia que en algunos casos se vuelve lo determinante.

Y circula en las redes un comentario que se le atribuye a Tomás Ruiz al salir de un desayuno, la voz se le parece y el tono es de una genuina preocupación ante la evidencia por él comprobada de la incapacidad de los que manejarán las finanzas públicas a partir del 1º. de diciembre. Independientemente de la opinión que tenga usted de este experimentado exfuncionario lo que es cierto e irrebatible es que el hombre sabe de números y de los números que trascienden en la confianza y credibilidad del país.

A ver que mas pasa en los estados donde los grupos vencedores en la contienda electoral andan a la greña, porque los acuerdos entre ellos se rompen con la facilidad con la que llegaron al poder, casi sin darse cuenta y... faltan todavía mas de dos semanas.