El domingo pasado se llevaron a cabo elecciones en Europa para la elección del Parlamento Europeo, el órgano de gobierno supranacional que rige el gobierno de esa región del mundo, los resultados no por esperados dejaron de ser sorpresivos, y es que la crisis de los partidos políticos, de su credibilidad, se hizo patente al ser los partidos pequeños y radicales los que obtuvieron los mejores resultados. En el Reino Unido fue el UKIP, una escisión de los conservadores que aboga por abandonar Europa, quien obtuvo la mayoría de los escaños, en Francia fue el extremista Frente Nacional quien se hizo con la victoria y en España, aunque el derechista Partido Popular se hizo con la victoria, el bipartidismo fue derrotado al no sumar entre los dos partidos principales ni el 50% de los escaños en juego. Resultados similares se obtuvieron en el resto de Europa, a pesar de que el PPE al parecer logrará formar gobierno, pero estará sumamente acotado por estos pequeños partidos, en general euroescépticos. La pregunta de los analistas es hoy, ¿Qué pasó?
La respuesta sin duda tiene que ver con los malos resultados que los gobiernos están dando en el plano de cada nación, donde los partidos grandes conservan el control del gobierno nacional pero, sin importar la denominación ideológica del partido, el resultado es similar: aumento del desempleo, disminución de la calidad de vida, crisis de los sistemas de pensiones, aumento de la inmigración ilegal y rechazo de la población a las medidas europeas para el rescate de los vecinos.
Las crisis económico-financieras que han vivido los países, afectan de manera negativa aún a los que han tenido buen desempeño, así los malos resultados que hace unos años tuvieron Grecia y España, limitaron el crecimiento de los demás, pero ahora que en estas naciones se han corregido los errores, se ven impedidas a crecer y ofrecer mejor calidad de vida por el lastre que representan economías en situación difícil como Francia e Italia.
A todo esto se suma el resurgimiento de ideas nacionalistas y/o autonómicas que destacan los impulsos segregacionistas y egoístas de algunos grupos ya sea por principios de raza o religión, complicando más la situación de las naciones, al mismo tiempo que los inmigrantes, especialmente provenientes de Europa Oriental, África y el Oriente Medio, buscan acceder, de manera ilegal, al sueño europeo.
Europa se encuentra ante el reto de reinventarse o perecer, por mucho que el beneficio económico sea muy alto.