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Una serie de hechos llevan al país al “pantano mexicano”

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Por Rodrigo Iván Cortés (yoinfluyo.com)

Retomamos este análisis que hace la revista The Economist sobre lo que en realidad es el Mexican Moment: es un pantano. La realidad mexicana está empantanada porque tiene un gobierno que no entiende que no entiende.

Esto lo decíamos porque parece que no entienden o no quieren entender y no han sido capaces de reaccionar ante lo inaceptable del conflicto de intereses con las casas que nos están saliendo a cada semana, pero también no llegan a entender la realidad, la problemática de lo que se está dando y la irresponsabilidad y la impunidad que implican los casos de Tlatlaya, de Ayotzinapa, de Apatzingán.

En el caso de Tlataya, un hecho absolutamente reprobable en complicidad del Gobierno del Estado, Ejército Mexicano, Gobierno federal para encubrir una ejecución extrajudicial.

Por otro lado, el caso Ayotzinapa es inaudito. Sin pruebas forenses, porque ya lo dijo la Universidad de Innsbruk, en Austria, no hay elementos para decir que esos restos son de esos estudiantes, no hay. El Gobierno federal, la Procuraduría General de la República, han caído en una serie de inconsistencias, incongruencias y contradicciones flagrantes. Para que se diera ese grado de calcinamiento se tendrían que haber juntando todas las llantas, no sólo de Apatzingán, sino de Iguala y de tres municipios a la redonda. Se tendría que haber hecho una quema prolongadísima con una columna de humo enorme, lo cual no está registrado en ningún lado.

Y por otro lado tenemos a Apatzingán en donde el “virrey” Castillo hizo una labor que sólo el Gobierno federal podría hacerla: empeorar la situación de Michoacán; y el caso particular de Apatzingán deja mucho que desear cuando salen estos audios y estos vídeos en donde estos cuerpos de seguridad y parte del ejército arremeten contra civiles y terminan mandando incluso a heridos, eso deja muy mal parado al Gobierno federal, muy mal parado.

Entonces, estamos ante una concatenación de hechos que nos llevan a otros puntos: el caso Guerrero. Impedir que se den las elecciones sería gravísimo, y están dejando que se haga.

Y por otro lado, la claudicación del Estado mexicano en materia educativa es simplemente inaceptable. Desde quitar la prueba ENLACE, lo cual es gravísimo, hasta decir que en Oaxaca aquí no se aplica la reforma constitucional, aquí no se aplican evaluaciones, aquí no se examina a ningún solo profesor. Porque eso llama a una impunidad terrible que nos está guiando al “pantano mexicano”.

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Fue la izquierda... ¿pero quién más?

José Antonio Ortega (yoinfluyo.com)

La campaña para culpar al gobierno del Presidente Enrique Peña por los crímenes en Iguala, podía ser no sólo una espesa cortina de humo para ocultar la responsabilidad de quienes realmente la tienen (políticos de izquierda), sino también para ocultar el papel de otros actores.

Pocas dudas caben acerca de que José Luis Abarca participó en la decisión de atentar contra los alumnos de la Normal de Ayotzinapa, que resultó en el asesinato de 6 personas y la desaparición (pero con seguridad también ejecución) de 43 más.

Pero la pregunta es: ¿él solo tomó la decisión? O mejor aún: ¿sólo la tomaron él y los jefes de Guerreros Unidos, con quienes el alcalde de Iguala estaba asociado?

Una posibilidad es que Abarca no supiera cuál iba ser el número de las víctimas mortales y por ende el enorme impacto que el crimen tendría, porque de haberlo sabido –aunque se trate de un homicida psicópata–, quizás el temor lo habría frenado.

Es probable que fueran otros, más allá de Abarca y los jefes de Guerreros Unidos, quienes hayan decidido una masacre de grandes proporciones y consecuencias políticas. Pero en tal caso ¿quiénes fueron esos otros?

Las pistas podrían estar en algo que en estos últimos 90 días no puede pasarse por alto: mientras crecía la campaña para desviar la culpa de las atrocidades de Iguala hacia el gobierno del Presidente Peña, surgió la campaña para acusar al mismo de corrupción por la llamada “casa blanca”.

Pregunta obligada es: ¿los autores del escándalo de la “casa blanca” sólo aprovecharon la oportunidad de los hechos de Iguala y su secuela política para causar el mayor daño posible o, además, tuvieron que ver con la decisión misma de la masacre?

Para responder a estas interrogantes a manera de mera exploración, hay que retomar la revelación que hizo Salvador García Soto en su colaboración del 9 de diciembre en el periódico El Universal: el verdadero operador de la campaña en torno a la “casa blanca” y responsable de que tuviera el máximo impacto internacional fue Marcelo Ebrard.

¿Él también tiene algo que ver con los sucesos en Iguala? O para preguntarlo con más propiedad: ¿él carece de los escrúpulos para mancharse las manos de sangre y posee los móviles y los contactos para una cosa así?

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Hasta que no meta al “bote” a corruptos, no creeremos a Peña

Rodrigo Ivan Cortés (yoinfluyo.com)

Enrique Peña Nieto ha dado un mensaje por un México en paz, justicia, unidad y desarrollo; lo ha desglosado en diez puntos, que van desde lo que es crear una ley contra la infiltración del crimen organizado en municipios, ya sea para una intervención federal o de plano disolución de cabildos; lo que es la iniciativa para reformar el sistema de competencias penales, que pasa también por la obligatoriedad de que pasemos de las mil y tantas unidades policiacas, a sólo treinta y dos; lo que es el teléfono único, el 911; la clave única de identidad; el operativo especial en Tierra Caliente; el derecho humano a la justicia; lo que es el consejo consultivo para una reforma en esa misma materia; lo que es combate a la corrupción; y este énfasis un poco ambiguo en lo que es la transparencia, la rendición de cuentas y el acceso a la información.

Ok: suena muy bien. Nada más que el Presidente tiene que tomar en cuenta que ya no está en campaña. Todo el periodo previo se la pasó haciendo campaña por la reforma. Ok, la reforma es un inicio, la reforma está bien como un logro con las fuerzas políticas; pero, como muy bien lo decía la Conferencia Episcopal Mexicana, eso ¿en qué se traduce?, ¿quién lo hace?, ¿cómo y qué resultados da? Porque en el caso educativo está muy bonito el texto, sí, nada más que la realidad es muy simple, brutal y llana: una lideresa política que ya no se subordinaba a ellos, en la cárcel; un líder bastante corrupto que es ascendido a ese liderazgo que se queda vacío y el hecho concreto de política pública es la desaparición, no aplicación de la prueba Enlace, es algo terrible.

Si nos ponemos a ver que estas inversiones que traerían estas reformas se trabajan como la “ílicitación” del tren México-Querétaro, o las personas que operan este ya desangramiento a los contribuyentes cautivos, sería otra desgracia.

Aquí el planteamiento es más de fondo: ¿cómo va a resolver Enrique Peña Nieto y su gobierno el problemón de tormenta perfecta que tiene?

Porque no basta enunciar más puntos de campaña, lo que se requiere es que haya ejemplos, acciones que sean contundentes. Yo no le voy a creer a Peña Nieto hasta que meta “al bote” a algún gobernador, que meta “al bote” a los vinculados con crímenes horrendos como los de Tlatlaya y Ayotzinapa, hasta que no queden en el “bote” los responsables de corruptelas mayúsculas en los estados.

Ahí es donde vamos a empezar a creerle, porque lo que está de fondo no es sólo enunciar más mensajes; lo que está de fondo: ¿cómo va a combatir un sistema que su propio partido creó coludiendo cómplices que buscan cuotas ilícitas desde el gobierno, amafiándose burocracias con empresarios, amafiándose instancias de seguridad con criminales y resultando en un combate de organizaciones criminales subversivas contra organizaciones criminales lucrativas?

Ahí sí está el reto de fondo, y ahí es donde “pago por ver”.

Hasta no ver pruebas concretas, no le voy a creer a Peña Nieto.

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Debe sociedad aprovechar coyuntura para erradicar corrupción

Bernardo Ardavín Migoni (yoinfluyo.com)

De acuerdo con los anuncios propalados, está pendiente el nombramiento de un “comisionado anticorrupción” (sic), derivado de una decisión presidencial cuya pertinencia no parecen compartir los partidos políticos de la Oposición que, al ser cuestionados acerca de ella, confiesan que no entienden el alcance y la justificación de la medida porque, entre otras fallas, no se ha estudiado suficientemente y menos aún ha sido objeto de aprobación en el Congreso, la creación de la comisión de marras que daría sentido a esa designación.

Pareciera que la inconsistencia principal de la posición del gobierno, es que prácticamente en ningún caso ha aceptado haber tenido fallas, a pesar de que algunas de ellas han sido francamente graves. Lógicamente, resulta casi imposible que quien es responsable, cuando menos de buena parte de los problemas, pero no lo reconoce, pueda abocarse de manera eficaz a su solución.

El Presidente dio a conocer un mensaje de doce páginas en el cual anuncia una serie de medidas que, desde luego, cubren la Seguridad Pública, así como la Procuración y Administración de la Justicia. También aborda la materia de Derechos Humanos y, como un complemento sustantivo, el fortalecimiento económico de tres estados de la República que combinan la problemática de la inseguridad con la pobreza extrema: Chiapas, Guerrero y Oaxaca, el corazón del sureste mexicano que en contraste con su postración económica, contiene riquezas naturales inmensas.

La posición adoptada por el Presidente tiene una enorme importancia porque pretende ser la respuesta integral y rotunda, de una vez por todas, a la complicada y crítica situación del país, y hace énfasis en el corazón y la raíz de todas estas calamidades: la corrupción, a la cual pareciera haber decidido hacerle frente. ¡Ojalá así sea!

Obviamente, el plan presentado por el Presidente Peña Nieto el jueves pasado, como respuesta a la crisis de violencia, falta de crecimiento económico, pobreza endémica y apreciable pérdida de la confianza en el gobierno, que estamos padeciendo –todo lo cual, siendo tan diverso, se puede liar con los lazos formidables de la corrupción que tanto nos lastima–, no puede aceptarse como si fuera un recurso casi mágico para corregir todo o la mayor porción de esos problemas. Mucho menos si se pretende conseguirlo de inmediato, en el corto plazo, porque sería una quimera.

Pero no podemos ignorar que la actitud del Presidente aparece como una ventana de oportunidad, a través de la cual todos, mediante los grupos organizados de la sociedad, deberíamos integrarnos para aportar soluciones.

Tenemos que apoyarnos en el afán del gobierno por sacudirse las enormes presiones a las que se encuentra sujeto ahora, para avanzar en el combate efectivo a la corrupción, como punto de partida para atender todas las demás facetas de la compleja problemática que en la actualidad, apenas podemos sobrellevar.

Juntos y organizados, los ciudadanos podemos ayudar al país a encontrar la salida, aprovechando la coyuntura que nos brinda el asedio nacional e internacional que está sufriendo el Presidente por parte de los Medios.

Hagámoslo, evitando asumir posiciones miopes, de carácter político partidista, en detrimento del Bien común, cuya consecución debe ser nuestra meta.

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