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Eduquemos para la paz

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Tips del 8 de julio de 2022

 

Para cambiar nuestro país debemos comenzar por cambiar nuestra familia. Eduquemos para la paz.

 

Por Silvia del Valle

 

Es increíble el nivel de violencia que estamos viviendo en nuestros días, ha llegado a agresiones infames y hasta impensables, y todos nos preguntamos ¿qué podemos hacer para detener todo esto? Después de mucho pensar, considero que nosotros los padres de familia debemos poner manos a la obra para buscar una solución desde la familia.

Cuando no queda más y sentimos que todo se sale de nuestras manos, es necesario voltear los ojos a Dios y pedirle su ayuda y nosotros poner todo lo que esté de nuestra parte para buscar la paz, para dejarle un mundo mejor a nuestros hijos, es decir, un país más habitable por eso aquí te dejo mis 5Tips para lograrlo.

PRIMERO. Hagamos un examen de conciencia.

Es necesario analizar y ver que podemos hacer, cambiar, adecuar o mejorar para reconstruir la paz, empezando por nosotros mismos y también por nuestra familia; y después nuestro trabajo, con nuestros amigos y en cualquier medio en el que nos movamos.

Todos actuamos con violencia, en mayor o menor grado. Todos levantamos la voz, decimos palabras violentas, reaccionamos violentamente ante alguna agresión, etc. pero es necesario que estemos dispuestos a ubicar esas actitudes para después buscar cambiarlas, es decir, trabajar en ellas para lograr un cambio que nos lleve a ser más pacíficos.

También es necesario hacer conciencia que el pasado ya pasó y no lo podemos cambiar y que debemos dejarlo a la misericordia de Dios, así no sentiremos rencor; el futuro aún no llega y no sabemos como será por lo que debemos dejárselo a la providencia de Dios para no vivir ansiosos y angustiados todo el tiempo; y el presente hay que vivirlo desde la Caridad, es decir, desde el Amor de Dios, sabiendo discernir lo que está a nuestro alcance y lo que ya no y saber pedir ayuda cuando es necesario, sólo así lograremos la paz interior que tanto necesitamos.

Este ejercicio lo podemos hacer de manera personal y después con toda nuestra familia, así lograremos una concientización y provocaremos un cambio real, pues trabajaremos juntos en ser mejores y así lograr un ambiente familiar más sano.

SEGUNDO. Busquemos primero la paz interior.

Nadie da lo que no tiene, por eso debemos ponernos en paz con nosotros mismos y buscar dejar aquellas cosas que nos quitan la paz.
A veces no es tan fácil pues estamos aferrados a ella, a pesar de que nos generan estrés y malos momentos, porque es más fácil seguir en nuestra zona de confort que atrevernos a dar el paso para estar mejor.

Si es necesario busquemos la ayuda de los profesionales para lograr soltar los lastres que nos provocan dolor y que nos hacer reaccionar violentamente.

También debemos buscarlo para cada uno de los miembros de nuestra familia. Sólo es muy necesario recordar que los procesos interiores en cada persona son distintos y debemos tener mucha paciencia, con nosotros mismos y con los demás.

TERCERO. Que nuestras palabras busquen la paz.

La boca habla de lo que está lleno el corazón. Es así que debemos buscar sanar nuestro corazón para que nuestras palabras solo sean de paz y que busquen compartir el Amor de Dios con los que nos rodean.

Tengo muy claro que muchas veces nuestras reacciones son agresivas porque nuestro corazón aún siente dolor por las heridas que ha recibido y por lo mismo buscamos descargar estos sentimientos por medio de nuestras palabras, pero debemos ser conscientes de que la violencia engendra más violencia y que en nuestras manos está comenzar a cambiar las cosas cuando buscamos que nuestras palabra busquen la paz.

CUARTO. Tratemos a nuestros hijos con amor y dignidad.

Debemos comenzar desde casa y educar a nuestros hijos con el ejemplo tratándolos siempre con amor y respetando su dignidad, a pesar de que estemos enojados, sin importar el motivo de nuestra molestia.

Muchas veces no nos damos cuenta de que nos desquitamos de nuestro enojos con nuestros hijos y les gritamos o los agredimos cuando nos dirigimos a ellos.
Nunca es tarde para hacer un alto en el camino y poner manos a la obra para cambiar las cosas.

Podemos hecha mano del perdón para solucionar este problema. Debemos ser humildes y aprender a pedir perdón cuando estamos seguros de que nos hemos equivocado y no los hemos tratado de la mejor manera.

El perdón sana al que ha sido agredido, pero sana más al que lo pide porque lo libera de un peso inmenso que lleva uno cargando al saber que ha actuado mal y ha provocado daños.

Si educamos a nuestros hijos a reconocer sus errores y a no tener miedo de pedir perdón, estaremos poniendo mucho de nuestra parte para que la sociedad sea mejor, porque muchos de los actos violentos se dan por rencores y resentimientos que se guardan en el corazón y que no se les sabe dar un tratamiento adecuado para sanarlos.

Reconocer los errores no nos hace menos, nos hace más... humildes, pacíficos, centrados y capaces de pedir perdón y perdonar.

Y QUINTO. Cuidemos lo que nuestros hijos ven y escuchan.

Y es que todos tendemos a imitar lo que vemos. Y si nuestros corazón se llena de basura, actuaremos como si estuviéramos entre basura.

Debemos cuidar el corazón y la conciencia de nuestros hijos ya que en la actualidad tanto las caricaturas, series juveniles, la musica, las películas y los videojuegos están cargados de violencia y si nuestros hijos se mueven en ese medio, es muy seguro que imitaran esos modelos que se generan.

Es necesario que seamos valientes y nos atrevamos a no permitirles más que estén en contacto con esas influencias violentas y que busquemos mejores ambientes para ellos, ambientes más sanos como el deporte o alguna disciplina como la musica o algún instrumento.

Estemos atentos para cuidar que nuestros hijos no tengan influencias externas que les minen la conciencia y la vayan haciendo laxa, haciendo que lo violento, lo agresivo, lo indigno, lo vean como normal y entonces vayan permitiendo poco a poco que los traten violentamente y lo que es peor, que ellos vayan tratando violentamente a los que los rodean, empezando por la familia.

Una actitud violenta es sinónimo de que se está viviendo una agresión. Y no necesariamente física, puede ser psicológica, económica, etc.

Es por esto que si nuestros hijos presentan actitudes agresivas de forma intempestiva o si agreden a todos los que los rodean, es tiempo de poner manos a la obra y buscar el motivo de esa violencia que están guardando para tratar de darle solución y lograr que nuestros hijos vivan en paz.